Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subprogramas de Especialización y Maestría en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de la Lectura y la Escritura
Profesora: Angélica Silva
Cohorte: 2008-III
Instituto Pedagógico de Caracas
Subprogramas de Especialización y Maestría en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de la Lectura y la Escritura
Profesora: Angélica Silva
Cohorte: 2008-III
Participante: Erika V. García
Bibliografía:
Andricaín, S. (1997). “Espacios para la promoción de la lectura”. Biblioteca a los cuatro vientos. Recopilación del Banco del Libro. Caracas-Venezuela
Vocabulario especializado:
1. Promoción de lectura: se entiende “como la ejecución de un conjunto de acciones sucesivas y sistemáticas, de diversa naturaleza, encaminadas a despertar o fortalecer el interés por los materiales de lectura y su utilización cotidiana” (p.39).
2. Formar hábitos de lectura: “es lograr que el individuo recurra regularmente y por su propia voluntad, a los materiales de lectura como medio eficaz para satisfacer sus demandas cognoscitivas y de esparcimiento” (p.39)
3. Promotor de lectura: es un lector auténtico, que orienta el acercamiento al acto de leer, a través de su ejemplo, cautivando a los neo-lectores y conduciéndolos al fascinante mundo de los libros.
4. Co-lectura: es la lectura “a cuatro ojos”, concebida como un acto profundamente afectivo, a través del cual se acompaña a los niños en sus primeros desafíos al texto escrito.
5. Lectura voluntaria: es un acto que “contiene el elemento móvil personal y si éste es alimentado, entonces la habilidad lectora podrá ser desarrollada...originando niños con capacidades básicas para una vida de aprendizaje” (p. 54)
6. Lectores autónomos: son aquellas personas que acceden voluntariamente a los materiales de lectura y de manera permanente, concibiendo el acto de leer como una necesidad vital.
Resumen:
“Espacios para la promoción de la lectura” presentado por Andricaín (1997) es un trabajo que define los tres lugares llamados a favorecer la promoción de lectura. Al primer lugar, el hogar, el autor le denomina “estación cero” explicando que constituye el punto de partida en la formación de hábitos de lectura, porque en éste el libro debe tener un uso y espacio cotidiano para que el niño, por medio de la co-lectura, se familiarice con el texto escrito. El segundo lugar, es la escuela y de acuerdo con el autor, ésta sigue presentando dificultades en la formación de lectores autónomos. Por consiguiente, el autor plantea que la renovación de la práctica pedagógica es necesaria ganar espacios de promoción y contrarrestar las deficiencias de cómo enseñar un único modo de leer y el privilegio del texto por encima del lector, entre otros. El tercer y último lugar, la biblioteca pública, se concibe como espacio cultural, a la cual corresponde la difícil tarea de subsanar las faltas de los anteriores, porque puede posibilitar el acceso de toda la población al libro. Andricaín afirma que este espacio, tiene la responsabilidad de crear demandas para el lector y “demostrar que no siempre se lee igual ni con el mismo fin” (p.50). Por último, el autor hace un llamado a familiares, profesores y bibliotecarios a convertirse en promotores de lectura por medio de una acción continua y perseverante desde sus espacios, para fomentar la lectura voluntaria y lograr la formación de lectores autónomos.
Comentario crítico:
La vigencia del trabajo de Andricaín es impresionante, a pesar de ser éste realizado hace doce años y fuera de nuestras fronteras. Me sorprende la manera como coincide la descripción que plasma el autor con nuestra realidad educativa en cuanto a la formación de lectores. Además, me asombra de igual forma que en doce años aún no se haya renovado la política de Estado –excepto la Cátedra UNESCO- para formalizar la promoción de lectura como medio eficaz y superar esa inactividad que tiene gran parte de la población venezolana con respecto al acto de leer de modo académico, estético, entre otros.
Por otra parte, este autor considera la interrelación que existe entre el hogar, la escuela y la biblioteca para fomentar la lectura, presentándolos como un triángulo, en el que por supuesto son necesarios todos y cada uno para construir a ese lector autónomo. Me atrevería a afirmar que tal relación no existe entre estos actores del proceso educativo y si es existe es muy débil su integración. Además, en el texto se mencionan otros espacios que bien funcionarían para la promoción de lectura como las editoriales, librerías y medios de comunicación masiva. Es realmente preocupante la falta de atención a la promoción de la lectura con otros fines menos escolares en nuestro país, y seguramente en otros países de Latinoamérica. Una pregunta para ello es ¿por qué?
Sencillamente, una rápida respuesta y mirada al asunto es porque el hogar se aleja cada día más de la organización ideal. La familia de hoy es monoparental, regida bien sea, por la madre, abuela, tío u otro adulto. Bien sabemos que toda rutina de la vida diaria lleva al agotamiento, sin considerar el nivel académico del tutelar de la familia. Conviene cuestionarse, al respecto, en qué momento podría generarse una actividad de lectura en casa con estos factores adversos.
Aunado a lo anterior, la escuela sigue cultivando errores prácticos y pedagógicos en cuanto a la enseñanza de la lectura, imponiéndola como castigo y trabajando con esos “textos escolares” que están muy retirados de los intereses y necesidades de los estudiantes. En este particular, estoy absolutamente de acuerdo con el autor, en cuanto a la “desescolarización de la lectura”. La escuela es el espacio legítimamente llamado a ayudar a los alumnos a consolidar las bases para un verdadero lector y si continúa deformando, maltratando y desanimando el acto de leer, no es mucho lo que la biblioteca pública pueda hacer en caso de que ésta también funcione con otras intenciones.
Nuestras bibliotecas públicas, me refiero al caso específico del Municipio Sucre del Edo. Miranda, se han convertido en centros educativos de las Misiones gubernamentales, en sitios de reunión de Consejos Comunales, o talleres de diseños para la propaganda política, entre otras actividades, que distan de ser ese fortín de lectura gratificante que incita por medio de la multiplicidad de material y atractivas exhibiciones a “leer por gusto”. Pero ¿cómo puede hacerse? Es una realidad contundente el hecho de que el personal que atiende las bibliotecas no es suficiente y algunas veces no es competente, y por última razón, está mal pagado. Todo esto dificulta aun más la promoción de lectura desde tan importante espacio.
Sin embargo, no todo se encuentra en esta desarmonía que planteo. El autor hace mención a otros espacios donde puede promoverse la lectura, alguno de ellos, la radio y la televisión como medios de comunicación masiva que no han aportado mucho a la promoción de lectura. Pudiese hacerse un esfuerzo mancomunado entre especialistas de la temática y cultores populares para producir programas desde las comunidades y la escuela que inviten a leer. De este modo, ganaríamos un espacio más. Ya existen iniciativas al respecto; el asunto es manifestarlo.
Por su parte, las editoriales y las librerías, con un fin único de vender, se olvidan de las zonas sociales menos favorecidas o sectores populares para la promoción de sus productos, confirmando de esta manera lo que expone el autor sobre el costo de los libros al compararlos como artículos de lujo. Para conquistar estos espacios, debe existir una masificación popular de los textos. Esto no es más que una impresión ideológica a la que muchos ya han hecho referencia. Incluir la compra del libro como un artículo de la canasta básica alimentaria, es realmente comprender lo que Andricaín expresó en este particular: el hábito de lectura se confirma “cuando la necesidad de leer se ha hecho tan perentoria en el hombre como la de comer, beber...” (p.39)
Finalmente y de acuerdo con mi experiencia docente, puedo mencionar otros espacios donde se orienta y anima a la lectura, claro está, de contenidos específicos. La iglesia Evangélica Cristiana y los templos de Testigos de Jehová tienen programas de estudio permanente de La Biblia y de otras publicaciones religiosas. Puedo asegurar que son espacios para la promoción de lectura porque con frecuencia observo a mis estudiantes, practicantes de estos cultos, como entre ellos se sugieren y recomiendan ciertos textos. También escucho sus comentarios y permito libremente que compartan sus materiales con el resto del grupo. Para estos estudiantes, la lectura y análisis de cualquier material impreso se hace muy fácil y cuando comparten algún texto con sus compañeros lo realizan con el propósito de impresionar pero no de adoctrinar. Infiero que como estos espacios existen otros que esperan ser descubiertos por la Educación para aportar su grano de arena a la promoción de lectura.
Andricaín, S. (1997). “Espacios para la promoción de la lectura”. Biblioteca a los cuatro vientos. Recopilación del Banco del Libro. Caracas-Venezuela
Vocabulario especializado:
1. Promoción de lectura: se entiende “como la ejecución de un conjunto de acciones sucesivas y sistemáticas, de diversa naturaleza, encaminadas a despertar o fortalecer el interés por los materiales de lectura y su utilización cotidiana” (p.39).
2. Formar hábitos de lectura: “es lograr que el individuo recurra regularmente y por su propia voluntad, a los materiales de lectura como medio eficaz para satisfacer sus demandas cognoscitivas y de esparcimiento” (p.39)
3. Promotor de lectura: es un lector auténtico, que orienta el acercamiento al acto de leer, a través de su ejemplo, cautivando a los neo-lectores y conduciéndolos al fascinante mundo de los libros.
4. Co-lectura: es la lectura “a cuatro ojos”, concebida como un acto profundamente afectivo, a través del cual se acompaña a los niños en sus primeros desafíos al texto escrito.
5. Lectura voluntaria: es un acto que “contiene el elemento móvil personal y si éste es alimentado, entonces la habilidad lectora podrá ser desarrollada...originando niños con capacidades básicas para una vida de aprendizaje” (p. 54)
6. Lectores autónomos: son aquellas personas que acceden voluntariamente a los materiales de lectura y de manera permanente, concibiendo el acto de leer como una necesidad vital.
Resumen:
“Espacios para la promoción de la lectura” presentado por Andricaín (1997) es un trabajo que define los tres lugares llamados a favorecer la promoción de lectura. Al primer lugar, el hogar, el autor le denomina “estación cero” explicando que constituye el punto de partida en la formación de hábitos de lectura, porque en éste el libro debe tener un uso y espacio cotidiano para que el niño, por medio de la co-lectura, se familiarice con el texto escrito. El segundo lugar, es la escuela y de acuerdo con el autor, ésta sigue presentando dificultades en la formación de lectores autónomos. Por consiguiente, el autor plantea que la renovación de la práctica pedagógica es necesaria ganar espacios de promoción y contrarrestar las deficiencias de cómo enseñar un único modo de leer y el privilegio del texto por encima del lector, entre otros. El tercer y último lugar, la biblioteca pública, se concibe como espacio cultural, a la cual corresponde la difícil tarea de subsanar las faltas de los anteriores, porque puede posibilitar el acceso de toda la población al libro. Andricaín afirma que este espacio, tiene la responsabilidad de crear demandas para el lector y “demostrar que no siempre se lee igual ni con el mismo fin” (p.50). Por último, el autor hace un llamado a familiares, profesores y bibliotecarios a convertirse en promotores de lectura por medio de una acción continua y perseverante desde sus espacios, para fomentar la lectura voluntaria y lograr la formación de lectores autónomos.
Comentario crítico:
La vigencia del trabajo de Andricaín es impresionante, a pesar de ser éste realizado hace doce años y fuera de nuestras fronteras. Me sorprende la manera como coincide la descripción que plasma el autor con nuestra realidad educativa en cuanto a la formación de lectores. Además, me asombra de igual forma que en doce años aún no se haya renovado la política de Estado –excepto la Cátedra UNESCO- para formalizar la promoción de lectura como medio eficaz y superar esa inactividad que tiene gran parte de la población venezolana con respecto al acto de leer de modo académico, estético, entre otros.
Por otra parte, este autor considera la interrelación que existe entre el hogar, la escuela y la biblioteca para fomentar la lectura, presentándolos como un triángulo, en el que por supuesto son necesarios todos y cada uno para construir a ese lector autónomo. Me atrevería a afirmar que tal relación no existe entre estos actores del proceso educativo y si es existe es muy débil su integración. Además, en el texto se mencionan otros espacios que bien funcionarían para la promoción de lectura como las editoriales, librerías y medios de comunicación masiva. Es realmente preocupante la falta de atención a la promoción de la lectura con otros fines menos escolares en nuestro país, y seguramente en otros países de Latinoamérica. Una pregunta para ello es ¿por qué?
Sencillamente, una rápida respuesta y mirada al asunto es porque el hogar se aleja cada día más de la organización ideal. La familia de hoy es monoparental, regida bien sea, por la madre, abuela, tío u otro adulto. Bien sabemos que toda rutina de la vida diaria lleva al agotamiento, sin considerar el nivel académico del tutelar de la familia. Conviene cuestionarse, al respecto, en qué momento podría generarse una actividad de lectura en casa con estos factores adversos.
Aunado a lo anterior, la escuela sigue cultivando errores prácticos y pedagógicos en cuanto a la enseñanza de la lectura, imponiéndola como castigo y trabajando con esos “textos escolares” que están muy retirados de los intereses y necesidades de los estudiantes. En este particular, estoy absolutamente de acuerdo con el autor, en cuanto a la “desescolarización de la lectura”. La escuela es el espacio legítimamente llamado a ayudar a los alumnos a consolidar las bases para un verdadero lector y si continúa deformando, maltratando y desanimando el acto de leer, no es mucho lo que la biblioteca pública pueda hacer en caso de que ésta también funcione con otras intenciones.
Nuestras bibliotecas públicas, me refiero al caso específico del Municipio Sucre del Edo. Miranda, se han convertido en centros educativos de las Misiones gubernamentales, en sitios de reunión de Consejos Comunales, o talleres de diseños para la propaganda política, entre otras actividades, que distan de ser ese fortín de lectura gratificante que incita por medio de la multiplicidad de material y atractivas exhibiciones a “leer por gusto”. Pero ¿cómo puede hacerse? Es una realidad contundente el hecho de que el personal que atiende las bibliotecas no es suficiente y algunas veces no es competente, y por última razón, está mal pagado. Todo esto dificulta aun más la promoción de lectura desde tan importante espacio.
Sin embargo, no todo se encuentra en esta desarmonía que planteo. El autor hace mención a otros espacios donde puede promoverse la lectura, alguno de ellos, la radio y la televisión como medios de comunicación masiva que no han aportado mucho a la promoción de lectura. Pudiese hacerse un esfuerzo mancomunado entre especialistas de la temática y cultores populares para producir programas desde las comunidades y la escuela que inviten a leer. De este modo, ganaríamos un espacio más. Ya existen iniciativas al respecto; el asunto es manifestarlo.
Por su parte, las editoriales y las librerías, con un fin único de vender, se olvidan de las zonas sociales menos favorecidas o sectores populares para la promoción de sus productos, confirmando de esta manera lo que expone el autor sobre el costo de los libros al compararlos como artículos de lujo. Para conquistar estos espacios, debe existir una masificación popular de los textos. Esto no es más que una impresión ideológica a la que muchos ya han hecho referencia. Incluir la compra del libro como un artículo de la canasta básica alimentaria, es realmente comprender lo que Andricaín expresó en este particular: el hábito de lectura se confirma “cuando la necesidad de leer se ha hecho tan perentoria en el hombre como la de comer, beber...” (p.39)
Finalmente y de acuerdo con mi experiencia docente, puedo mencionar otros espacios donde se orienta y anima a la lectura, claro está, de contenidos específicos. La iglesia Evangélica Cristiana y los templos de Testigos de Jehová tienen programas de estudio permanente de La Biblia y de otras publicaciones religiosas. Puedo asegurar que son espacios para la promoción de lectura porque con frecuencia observo a mis estudiantes, practicantes de estos cultos, como entre ellos se sugieren y recomiendan ciertos textos. También escucho sus comentarios y permito libremente que compartan sus materiales con el resto del grupo. Para estos estudiantes, la lectura y análisis de cualquier material impreso se hace muy fácil y cuando comparten algún texto con sus compañeros lo realizan con el propósito de impresionar pero no de adoctrinar. Infiero que como estos espacios existen otros que esperan ser descubiertos por la Educación para aportar su grano de arena a la promoción de lectura.